Recuerdo el día que te perdí para siempre. Recuerdo aquellos segundos que pasaron entre mi pregunta y tu respuesta. Recuerdo el silencio que se produjo después. Recuerdo tu mirada hacia mis ojos llorosos. Recuerdo mi impotencia. Recuerdo mi deseo de detener el tiempo, como antes habíamos hecho los dos. Recuerdo tus palabras, tu voz, tu escote y el vestido azul que llevabas aquella tarde. ¡Estabas preciosa! Recuerdo el último abrazo que me diste, incómodo pero necesario para sentirme acogido por ti. Recuerdo la eterna dulzura de tus brazos, el olor de tu piel, tu perfume de aquella tarde y de tantas otras. Recuerdo el último café que tomamos juntos como pareja. Recuerdo su aroma y su calor. Recuerdo la tarde fría de invierno en que todo esto sucedió. Recuerdo tu adiós, antes de no dejarme pagar aquella última cuenta, que tengo colgada en la pared de mi habitación y que veo todos los días, al despertar y al acostarme. Recuerdo la lejanía del último beso dado, del congelado y roto pico con el que nos dijimos adiós definitivamente. Recuerdo las lágrimas de aquel momento y también recuerdo la doblez del papel escrito que me diste. Recuerdo el susurro de tus palabras al dármelo: "No la leas hasta que estés en casa, por favor". Recuerdo que te hice caso, como tantas otras veces y que cuando llegué a casa, fue cuando abrí tu pequeña nota. Recuerdo que al leerla, volví a llorar, como si acabara de nacer y la luz y el aire que envolvía mi habitación me molestara. Recuerdo que me ahogaba con cada palabra, que me faltaba el aire, que el pecho me oprimía con cada frase que mis ojos leían. Recuerdo que algunas de esas frases se desdibujaron por mis lágrimas, manchando de tinta azul, los espacios en blanco entre las líneas escritas. Recuerdo que no era yo y que era mi corazón quién usurpaba mi cuerpo y mis reacciones, enajenado por haberte dejado marchar, sin ningún tipo de lucha, sin presentar batalla. Recuerdo que aquella tarde te quise. Recuerdo que aquella tarde tú también me querías y por eso me dijiste que no. Lo recuerdo todo de aquella tarde, de aquel instante inolvidable y terrible que fue el final de nuestra relación.
"Te quiero y por eso no quiero hacerte más daño. Sé que ahora no lo entenderás. Sé que estas palabras te atormentarán pero créeme son necesarias y algún día las comprenderás. No podemos seguir juntos, por muy bonita que sea nuestra relación, por mucho amor que exista entre nosotros. En ese amor, en un futuro habría mucho odio y antes de que éste llegue, lo mejor es romper con él. Otros vendrán y llamarán a tu puerta y a la mía. Sé que ninguno será tan bonito como lo que hemos vivido pero valdrá la pena recordarlo. La vida da mucha vueltas y quién sabe si lo que hemos vivido, lo volveremos a tener en el futuro. Por favor, recuérdame y no te olvides de mí. Te quiero."
(Este texto surge de la canción de Rhiana "We found love". Os dejo el enlace)
También podría titularse "Crónica de una ruptura que no olvido".
ResponderEliminarUn abrazo.