jueves, 12 de julio de 2012

Carta de amor


No sé si volver a hablar de mí o de tí.Incluso de nosotros. Te escribo esta carta porqué sé que es la única manera que no haya malinterpretaciones, que no existan palabras incorrectas. Es la única manera de hacerme entender, de sentirme escuchado. Tal vez lo que tenga que explicar no sea importante para tí – ni siquiera sé si lo es para mí -. Lo que es seguro es que lo es para los dos. Sabes que te quiero que siempre te he querido pero ha llegado el momento de huir, de alejarme del dolor que me causa estar a tu lado. Mi dolor no es negativo, no es el dolor que se vive en un hospital, ni siquiera es el dolor del desencanto. Es el dolor de no poder quererte más, sin hacerte daño. Es quererte demasiado, tanto, que no quiero hacerte daño. Ni hacernos daño. A mi, me da igual todo, ya sabes que siempre ha sido mi frase favorita. Me voy, huyo de aquí. Ahora que sé que jamás podré cumplir los sueños que siempre quise realizar. Ahora que sé que no tengo nada, ya que todo lo dejo aquí, contigo. Huyo hacia no se sabe dónde, tal vez Barcelona, tal vez un pueblo perdido en medio de la montaña, tal vez un cementerio, ya sabes que siempre me gustaron y me ayudaron a sentirme mejor conmigo mismo e incluso más relajado. Lo siento de verdad. Es la última vez que me lo vas a oir (en este caso leer). Lo siento de verdad. Puede quedar muy cobarde. No te voy a desmentir en esto. Puede parecer que me haya derrotado antes de tiempo. No te lo voy a negar. Que debería seguir a tu lado pero entonces estaríamos viviendo una fantasía. Tu ya no me admiras como antes, sólo de vez en cuando. Ya no sonríes con aquellas bromas que antes te hacían reir. No hablas conmigo de aquello que te preocupa, parece que esperes que siempre tenga que adivinarlo y la magia, el arte de la adivinación, nunca han sido mi fuerte. Siempre he necesitado estudiar, observar, reflexionar para actuar. Nunca he sido intuitivo, nunca he podido ser rápido. Siempre he sido demasiado literal. He soñado mucho, he deseado bastante pero en la vida, en aquello en que somos algo, he sido demasiado literal y poco soñador. Lo siento de verdad. Me hubiera gustado ser un buen príncipe azul, alguien que no se convirtiera en rana de repente y que no necesitara preguntarte tres veces la misma cosa. Que deseara un beso tuyo cada mañana. Lo siento de nuevo. Sé que no es el momento pero creo que es lo mejor para los dos. Podrás salir adelante, siempre lo has hecho. Yo, soy otro cantar. Ya veremos que sucede. Nada bueno, seguro. Me alejaré de lo terrenal y viviré entre fantasías que jamás se harán realidad. Y así moriré, porqué sin tí, sin tu presencia a mi lado, sólo puedo desear una cosa. Y es esa. No hay ninguna más. La muerte. La última morada. Es la única acogida que me resta, cuando desaparezca de tu lado y hayas empezado a leer las primeras líneas de esta carta. Recuerda que siempre te he querido. Incluso ahora.

(Un ejercicio más. En este caso al amor incomprendido, aquel que no se entiende y desaparece poco a poco, como los granos descienden en un reloj de arena)