martes, 22 de enero de 2013

Imprevistos


Descubres una foto que ya no esperabas encontrar. Una imagen que forma parte de ti. La miras y buscas huellas escritas en su dorso. Recuerdas que no eres de esos, que no marcas las fotografías con una fecha o una frase curiosa. Tu memoria intenta recuperar aquel momento que te observa sin fisuras, sin roturas. Sin miedo. Tus manos tiemblan y se dispara tu corazón. Todo empieza como el arranque de una locomotora en la estación, que va poco a poco acelerando hasta que se desborda. Esa locomotora eres tú, al reconocer lo que sucedió entonces. Cuando la imagen narra una historia. Cuando los colores recuperan diálogos y los objetos se convierten en música. Cuando olvidas el objeto que sujetas y recuperas lo vivido, la fotografía se convierte en el instante que envolvía aquel momento perdido en el fondo de un cajón. Escondido entre recuerdos polvorientos del pasado. Encerrado en una caja de madera, junto a otros objetos sin valor que en su momento fueron tesoros dorados, que dieron sentido a una fantasía que la Nada se engulló. Y, ahora, entre lágrimas y recuerdos que jamás fueron olvidados, te la devuelve a tu tediosa realidad, despertando la falsa idea que cualquier tiempo pasado fue mejor. Que la libertad es un valor a cultivar. Y que el amor es una invención del hombre para no sentirse solo. Y rasgas el recuerdo, creyendo que el dolor desaparecerá y te das cuenta que no es así. Que todo se agudiza y que nada del presente tiene sentido. Lanzas la caja encontrada y se esparcen fragmentos de ti por una habitación que parecía no existir hasta entonces. Y todo se oscurece. Y nada tiene un sentido. Salvo el que quieras ofrecerle. Desesperado, cierras los ojos e intentas no envolverte de recuerdos. Hasta que te duermes. Hasta que duermes. Duermes...

(Texto que surge tras escuchar la canción de Andreu rifé "Fil de llum". Os dejo el enlace. Espero que os guste)


Gárgolas


Miraba al cielo casi sin mirar. Como entre susurros. Sus pasos esbozaban huellas desordenadas en el barro y su cabello sombras resquebrajadas en el aire. Su corazón sufría. Ella seguía caminando, esperando hallar un final a aquel dolor que la envolvía. El sol desaparecía entre las piedras. Silencio de olas al romper sobre la roca. Lágrimas del cielo golpeaban, suavemente, la tierra y a ella. Casi inexistente.Silencio de olas al atardecer del invierno. Gotas vertidas sobre la arena. Rumores que envuelven el deambular del día y su muerte.
  Vio caer su cuerpo desde su atalaya.Sonrió como una gárgola, fría y tétricamente. Pensó que al día siguiente, al despertar, su cadáver seguiría allí. Y se marchó.

(Un nuevo ejercicio. Espero que os guste)