sábado, 25 de febrero de 2012

Te regalo los sueños.

Gritos que saltan entre cabezas enojadas y envueltas en pañuelos palestinos. Pancartas que se mueven entre piernas joviales y antiguas, donde anidan sueños escritos en pintura sobre tela blanca o cartón. Cuerpos que se alzan sobre el asfalto frío, derechos y sin titubeos que espanten sus objetivos marcados. Sombras esparcidas, mezcladas, sin dueños aparentes, creando una única gran sombra llena de cabezas y extremidades que recordarían, si alguien se fijara en estas cosas, a las sombras de Yugooth del gran Lovecraft. 
      Y delante de ellos el Terror en mayúsculas, el nudo que conforman el ejército represor, aquel que debería protegerlos pero sólo reciben ordenes que acatan con una frialdad propia de los pasos congelados del polo norte a principios del siglo veinte.
    Los gritos se envuelven en niebla de humos que surgen de los botes que florecen sobre el asfalto, mezclando sus sonidos y sus ilusiones, haciéndolos desaparecer. Las pancartas descienden desorientadas, quebradas por los golpes recibidos, por las piernas que chocan entre sí, convirtiendo los sueños en pesadillas, las ideas en palabras rotas y sin sentido. Los cuerpos se esparcen sobre el asfalto, derrotados, tumbados, protegiéndose de golpes que imaginan con sus manos. Golpes que se oyen lejanos, cercanos que se mezclan con los aullidos de los dañados, de los primeros mártires, de los héroes inconscientes de la causa. Y la sombra agigantada, aquella que llevaba en volandas a los sueños escritos e imaginados, se deshace en miles de fragmentos individualizados, que dejan rastro de una batalla perdida. Astillas, telas rasgadas, letras rotas, sangre y libros abiertos huellas que recuerdan a Pulgarcito y que, al llegar el alba, permite recuperar lo que hacía unas horas había ocurrido en aquel lugar.

(Este texto surge de una mezcla entre la indignación y la canción de Carlos Baute "Te regalo". Aquí dejo enlace)


martes, 21 de febrero de 2012

lunes, 13 de febrero de 2012

"Te necesito ahora"

Te necesito ahora. Necesito tenerte. Necesito tu calor, la sensación de viajar a otros lugares, de descubrir nuevas sensaciones. Y eso sólo ocurre cuando estamos juntos. Por eso espero tu llegada. Recuerdo cuando nos conocimos, en aquella lejana fiesta universitaria. Aquel día me sentía perdido, rodeado de conocidos que desconocía. Y allí te ví, sobre la mesa, encondida entre gente que se encontraba fascinada por tí. Diría que embelesada. Y esa fascinación me acercó a tí y así fue nuestro primer encuentro. Algo fantástico que hemos repetido en posteriores encuentros, obteniendo sensaciones distintas. Lo único cierto es que nunca han habido malos rollos contigo. Idas y venidas, caidas y euforías definen nuestra relación y, momentos como el de hoy, en que la necesidad de tenerte es superior a lo que me señala la razón, son las únicas desavenencias que hemos tenido hasta ahora. Llaman a la puerta. Sé que eres tú. Siempre llamas igual. Dos suaves toques en la madera y un timbrazo. En la mesa del comedor, todo está preparado para vivir un momento especial a tu lado. Abro la puerta y te llevo al comedor. Allí nos espera una jeringuilla por estrenar, un mechero, una cucharilla de café y una goma elástica. Te preparo a conciencia y cuando calentándote, consigo deshacer todos tus blancos grumos en líquido transparente, entras de nuevo en mí, convirtiéndonos en uno, siendo de nuevo uno, recordándome porqué te necesitaba tanto.

(Este texto surge de la canción de Lady Antebellum "I need You Now". Os dejo el enlace)


lunes, 6 de febrero de 2012

Entre la muerte y la vida

Hoy he visto llorar a la muerte y no me ha gustado. Yacía sobre una roca, cabizbaja, con su fiel guadaña a la espalda. Me he acercado a ella en un intento de consolar su tristeza. Me ha mirado con sus huecos ojos, de los cuales brotaban lágrimas cuyo sollozo se amplificaba por el eco de su garganta vacía. Le he preguntado que le ocurría y me ha dicho que estaba cansada de si misma y que deseaba desaparecer durante un tiempo, que quería dejar de ser la muerte. Asustado y contrariado me he alejado de ella. Aún sigo escuchando su llanto en la letanía. Y, desde ella, me he preguntado: "¿Lloraría la vida, si alguna vez quisiera dejar de serlo?".
El silencio ha sido mi mejor respuesta.

     (Este texto surge tras la visión de un gato muerto en la calzada).

sábado, 4 de febrero de 2012

La Lluvia

Llueve y se me van cerrando las heridas de tu adiós. Miro a través de la ventana y veo la vida pasar. Mi corazón ha estado bombeándola mecánicamente todo este tiempo. Ahora llueve y se cierran las últimas cicatrices que dejaste abiertas. Aquellas que son tan pequeñas como la primera célula que da paso a la vida. Abro la ventana y escucho llorar a la lluvia. Su sonido me recuerda a tus labios. Cierro los ojos y me dejo llevar por ella. Vienes a mí para abrazarme y siento tu abrazo en mí. Es frío. Veo tus labios despidiéndose de los míos, después del último beso que nos dimos y siento esa humedad que antes tanto me reconfortaba. Veo tus ojos negros marcharse, interrogándose por si la elección tomada es la correcta, por si comprenderé tu decisión. Abro los míos y sonrío, esperando a que la llamada a la policia tenga sus consecuencias. Tu cadaver yace en el suelo del jardín. La lluvía desciende sobre tu cuerpo y tu sangre surge de él desdibujándose en pequeñas rías rojizas. Casi sin vida. 

     (Este texto surge de la canción de Bruno Mars "It will Rain". Os dejo el enlace).