- ¡¡Es mi hijo y no me lo volverán a quitar!!- cuelga bruscamente el teléfono.
Llora. Se encuentra nerviosa. Necesita calmarse. "Un cigarrillo" piensa, de esos que calman. La casa está apagada, las paredes destilan tristeza y humedad. El suelo es frío y las puertas no pueden cerrar secretos, demasiadas arrugas en su piel que los deja pasar con facilidad.
Abre el cajón y se lía uno. Se lo enciende, escuchando los pasos de su recién recuperado hijo. El plan salió perfecto. Ahora, ya no se lo podrán volver a quitar esos hijos de puta que una vez se lo llevaron. El cigarrillo hace su efecto. Él le sonríe nervioso, casi sin querer. Tiene miedo pero no se lo dirá. La abraza y ella le corresponde el abrazo, acompañándolo de palabras que resuenan por el hogar apagado.
- Te quedarás aquí para siempre y seremos felices. Te cuidaré y estarás con tu madre, con quién tienes que estar...
Él llora. Ella también y las paredes de la casa se tiñen de agua, de humedad salada y de dolor. La soledad se refleja en los marcos de foto, en las paredes vacías de detalles, en el descuido de la cocina y en las sobras que nutren los platos abandonados en el comedor.
Suena el teléfono. Tocan a la puerta de madera que los aísla de los vecinos. Se escucha una voz autoritaria que la nombra. Repite su nombre. Sigue sonando el teléfono. El teléfono. Teléfono. Golpes en la puerta. Golpes. Puerta. Voces. Golpes y voz.
No abre ni contesta al teléfono. Se esconden debajo de una cama, dónde duermen los tres. El teléfono deja de sonar y los golpes en la puerta también. La voz autoritaria dice que abrirá la puerta y entrará. No dice nada y marcha a la cocina para regresar poco después.
- Tranquilo, cariño. Soy tu madre, jamás te haría daño. No nos volverán a separar, jamás.
La puerta cede a los golpes de la policía. Recorren a gritos la casa perdida. No hay nada de luz, tampoco parece que haya vida. Los restos de la comida siguen en el comedor. La cocina huele a podrido. El dormitorio parece apagado. Los pasillos abandonados y las paredes desnudas, dejan al descubierto a las cucarachas en su búsqueda por encontrar algo para comer. En el suelo, un pequeño reguero de sangre acaricia la bota del policía. Su nacimiento, la cama.
(Pequeño escrito surgido del miedo a la realidad y también de esta maravillosa canción que forma parte de la banda sonora de "Brave" y que descubrí el otro día. La canción se llama "learn me right". Espero que os guste).
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