viernes, 31 de agosto de 2012

Primavera

Escucho el sonido y las palabras de una discusión lejana. Observo la ausencia de los sentimientos que antaño los unía y su brusco descenso al suelo. Imagino el desgarro que supone la ruptura, el desaliento que deja su roto. Veo las lágrimas que la escena dibuja en mi mente. La calle dormida se despierta brusca e inesperadamente por culpa de un desamor, de una decisión no compartida. Nada es y será como antes. Luces emergen de las ventanas dormidas. Persianas expresan su despertar repentino. Y los ojos miran. Pero los de ellos no. Nublados por las lágrimas del olvido, su visión no deja de ser como el vapor de agua de una cascada, como la tormenta cuando golpea el cristal del coche. La discusión avanza hacia el reproche, hacia el pasado, desnudándolo sin poder volver atrás. Sin salvar aquello que quedaba resguardado por el amor. Las sílabas se enredan entre ventanas abiertas, entre camas dormidas y ojos que parecen cuadros colgados en una galería de arte. Nadie silva, pidiendo silencio. Todos escuchan lo que el sonido de aquellas palabras dicen. Y saben que aquellas palabras manchan sus corazones, inundan sus almas y que les recuerdan a su pasado, al presente y, porqué no, a algún futuro. Por eso escuchan y no actúan. Por eso se mantienen despiertos a la espera de que todo acabe, de que llegue un final, el final, su final.
   Un grito, parecido al de la muerte, cruza la vida y la destruye. Entonces todos volvemos a nuestros sueños, pesadillas o lo que estuviéramos haciendo cuando la discusión nos desveló. Una ambulancia cruza la muerte y se detiene. Nada es lo que parece hasta que lo ves, ni siquiera el desamor.

(Este texto surge de una noche de insomnio y de la canción "La Primavera" de Estopa. Os dejo enlace)



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