jueves, 19 de abril de 2012

Reflejos

El espejo me obseva cada mañana y  me habla de ella, sin decirme nada. Me habla de sus arrugas, de su pelo canoso y de sus manos que tiemblan al cepillarse el cabello. Me chismorrea parte de su pasado y reímos juntas recordando esas historias. A veces, me comenta cómo le queda tal vestido con aquel complemento. En muchas le hace cambiarse de vestuario. Su silencio me acompaña y su sonrisa me satisface. De hecho, me asustaría mucho que algún día  llegara a hablar o pudiera escuchar su risa. Permite que vea más allá de mi espalda y que pueda reconocer qué bien me queda un zapato. La ha visto sonreír y llorar. Amar y lamentarse por la pérdida del ser querido. La ha visto ser madre y enviudar. Y todo esto me lo dice el espejo cada mañana. Pero un día, sin previo aviso, ella desapareció, dejando a un espejo viejo y vacío sin su reflejo.

(Es un ejercicio más. Un intento de mirar más allá del espejo, de las cosas. Espero que os guste).

jueves, 12 de abril de 2012

Mar

A través de la ventana, escucho el grito del mar sobre la arena. Enajenado, embravecido salta sobre las rocas, rodeándolas de sal. Fragmenta el cielo en pequeñas gotas de agua, como si quisiera dejar de ser mar. Siento el frío que hay en el exterior y observo el viento que lo mece todo. Una lágrima muere a mis pies. Observo la mar desde mi ventana. Veo un segundo reflejo en ella: una soga baila sola en el techo de mi habitación, esperando a que alguien le acompañe. Imagino al pequeño taburete sueco en el suelo que, en ocasiones, me ha servido de escalera, mirándola expectante. Vuelvo a oír el grito del mar herido y el segundo reflejo desaparece de mi vista. 
   Entonces la veo, bailando sobre las olas.Creo que es una visión que me provocan las pastillas que he tomado. No puede estar ahí. no puede ser ella. No me ha perdonado. Pero la veo, como si fuera una sirena, bailando con las olas de un mar enloquecido, enamorado.
   Abro la ventana y el viento, mezclado con la sal, golpean mi rostro y queman mis heridas. Los gritos del mar suenan a muerte. Salto por la ventana e intento llegar a la arena. El viento me impide alzar la cabeza y moverme con facilidad. Pero allí esta ella. Su pelo se revuelve con el viento. Apoyo mi mano sobre su hombro mientras le digo: "Mar, perdóname". Ella se gira y me sonríe. Me da la mano y la acompaño hacia el interior del alocado mar. Doy un paso
                y
                el
                tabu
                  rete
                    sueco
                         cede.

(Este relato nace de la noche, del estado de ánimo y de la canción "Forgiven" de Within Temptation. Os dejo enlace)